domingo, febrero 05, 2012

se ha ido cayendo, cayendo cayendo...

Hace un par de días que no dejo de darle vueltas a la hipotesis de que quizás, una ciudad pueda echarte fuera de la misma; de sí misma. Dicho de esta manera parece más bien una purga, lo que comunmente denominamos vomitar. Pero no me refiero a eso... Es como si quisiera darte a entender que ahí no debes estar. Extraño, no?

Claro está que, sin unas determinadas circunstancias que lo justifiquen, mi supuesta expulsión no tendría razón de ser. Y es que las cosas no me van bien. No. Pero por pereza a largas explicaciones que, para que mentir, ni siquiera se si interesan a mi interlocutor prefiero autosugestionarme subliminalmente respondiendo a un "qué tal?" (o a cualquiera de sus variantes desde el "Cómo estás?" hasta el "qué dices, parsera?") con un soso y simple BIEN.

Y UNA MIERDA BIEN!!

Y con el fin de complicar más la comprensión y para no ofender a nadie, trataré de dibujar, con mi humilde creatividad, la situación en la que subjetivamente me encuentro (porque claro está que desde fuera mi vida es de puta madre) mediante un objeto lo más absurdo posible: una estantería.

Pero no cualquiera, sino una estantería de madera robusta, y porque no bonica y cara. Además para no perder la "simplicidad" de la representación añadiré que sus patas se sostienen sobre bases de corcho tan bonitas y caras como la mismísima. Estas bases, tienen una función primordial, que es, ni más ni menos, que mantener la estantería a flote.
Una estantería flotando vete tu a saber sobre que aguas...Bucólico, eh? Ahora pongámosle dramatismo:

Hace una año aproximadamente, una de las bases se fue estrictamente a la mierda. Sin más. Bueno, sin más no, porque del tirón que pegó al decidir soltarse dejó la patita un tanto dañada...algo irreparable; ya que por más que la base intente ensamblarse otra vez va a ser imposible que encaje y ¡qué cojones! no te hubieras ido.
Aún así no lo demos todo por perdido, puesto que un alma caritativa y "corchuda" decidió poquito a poco acoplarse en el hueco que había quedado. Lo hizo tan amablemente que parecía que llevase ahí toda una vida. Sin embargo, poco a poco, a pesar de no tenerlo claro se esta soltando. Eso sí, con mucha elegancia y educación, pero por más buena fe que le pongas a las cosas, esta mal hacer tambalear la estabilidad de "una estantería".

Para no abandonar la picaresca, junto a la primera transfuga hay otra base, que a pesar de juzgar negativamente la huída y de pretender estar ahí, soportando el peso a la par que aportando seguridad, tiene un pie fuera, por aquello que llaman amistad, empatía, sindicalismo... yo que sé! Sólo sé que cuando más se la necesita, se ausenta.

Si más no, el panorama no pinta tan negro con la tercera base. Una base (que en realidad son dos), seria, con experiencia, 100% fiable y además, intuitiva, pues advirtiendo las idas y venidas de sus camaradas decide unilateralmente soportar más peso del que debería. Y aquí dejo de hablar, porque la cuarta base siempre ha sido un vacío. Eso supone que hay una pata permanentemente sumergida en el agua con el peligro que eso conlleva: que se pudra.

Ahora coloquemos en la estantería todos los pesados best-sellers que ofrece el dia a dia de alguien más que corriente.

Resultado de todo esto? Pues no hace falta saber arquitectura para ello: si los cimientos tiemblan la estantería se hunde...

Y después de esta larga y épica descripción, espero que la próxima vez que me pregunten si estoy bien, no sea parte de un diálogo rutinario y tengan más de 15 minutos para que, por lo menos, pueda emerger y coger aire (ni que sea para poder irme de esta ciudad).

No hay comentarios.: